viernes, 4 de noviembre de 2016

Salmo 119: TAU

Llegamos a la conclusión de este maravilloso Salmo 119. Hemos ido desde Alef o Alfa hasta Tau u Omega, desde el principio de conocer la importancia de la Palabra de Dios hasta el fin de todo lo aprendido. Después de que el autor desarrollara un Salmo donde el ingenio y la teología se entretejen en un complicado acróstico, se da cuenta que a pesar de todo su saber a pesar de todo el conocimiento que le ha llevado a escribir este Salmo, lo que más necesita, lo que siempre la faltará es la Oración, no una oración teórica,  sino una oración que pone en práctica la Palabra de Dios.
Nunca vamos a estar por encima de nuestra necesidad de orar de esta manera, no se vosotras pero  algo que me está costando aprender,  es a poner todo en sus manos, a no hacer nada sin antes pasar tiempo en su presencia, a no esperar nada que no venga desde su voluntad, a aceptar esta voluntad aunque no la entienda. El salmista reconoce esta realidad y nos muestra distintas facetas que la Oración debería tener a través de 8 versos agrupados en 4 pareados y de nuevo divididos en 2 mitades:

1.  Salmo 119: 169 – 172: Señor escúchame.
Pareado 1. (vs. 169-170)  Señor escucha mi oración.
Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová; dame entendimiento conforme a tu palabra.
Cuantas veces nos acercamos al Señor sin estar preparadas, sé que tantas veces necesito prestar atención a que estoy delante del Gran Yo Soy, solo así mi tono se vuelve más sumiso, más humilde y puedo acercarme de rodillas para clamar primero, como hace el salmista, por entendimiento, porque él me provea de su sabiduría, la sabiduría de su Palabra.

Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. (Santiago 1:5)

Cuantas veces le pedimos al Señor que nos guie a través de su palabra?, que nos dé sabiduría?, o más aún, cuantas veces lo hacemos con intención de obedecer, de poner en práctica sus enseñanzas?.

Llegue mi oración delante de ti; líbrame conforme a tu dicho.
Seguramente te ha pasado como a mí, acercarte a Dios para pedir ser liberada de las dificultades o enfermedades pero su respuesta ha sido “no”, ¿somos capaces de aceptar la liberación conforme a su voluntad?

“La vida de todo creyente está llena de situaciones difíciles de manejar. Algunas pueden haber sido causadas por nuestro propio pecado, mientras que otras podrían hallarse fuera de nuestro control. Sea cual fuere el caso, nuestra oración debiera ser que Dios nos otorgue dominio de la situación conforme a su Palabra.”
Jeff Adams
Salmo 119
Una odisea al corazón de Dios

Pablo no pedía egoístamente ser librado del dolor, sino que pedía ser librado para poder seguir predicando la palabra de Dios. Como vemos en su carta a los Tesalonicenses.

Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe (2 Ts. 3:1, 2)
En este primer pareado aprendemos de David que debemos estar en sintonía con la Palabra de Dios, con sus mandamientos, para que podamos pedir como conviene, para que él nos escuche.

Pareado 2: (vs. 171-172) Señor oye mi alabanza.
Mis labios rebosaran alabanza cuando me enseñes tus estatutos.
¿Cuál es la alabanza correcta? ¿Cuándo rebosaran nuestros labios la verdadera alabanza? David habla de una alabanza desde el conocimiento de la Palabra de Dios, está expresándose en un tono de esperanza, el espera que un día haya aprendido toda la Palabra de Dios y entonces podrá alabarle completamente consciente. El salmista que compuso los salmos de alabanza más maravillosos se da cuenta que le falta mucho para alabar a Dios de forma que le agrade. David tiene la certeza que un día podrá alabarle así. Y nosotras podemos apropiarnos esta esperanza también, una esperanza de alabanza basada en el conocimiento pleno de la Palabra de Dios.

Hablará mi lengua tus dichos, porque todos tus mandamientos son justicia.
David nos dice ahora que no solo su palabra es justa, sino que es la Justicia, o sea, la norma con que se mide la Justicia, la Justicia misma.  Muchas veces nos dejamos llevar por el juicio de los demás, muchas veces podemos pedirle a nuestros líderes que nos digan lo que debemos hacer, pero nuestra norma no debería ser lo que nos digan los demás, sino lo que nos dicte la Palabra de Dios.

“Todo debe compararse con la justicia de la Palabra de Dios. Si algo concuerda con la Palabra de Dios, es justo. A pesar de los gustos, de las opiniones personales y de las convicciones de los líderes de cualquier iglesia, es la Palabra de Dios la que deberá ser nuestra norma de justicia”
Por Jeff Adams
Salmo 119
Una odisea al corazón de Dios

Necesitamos examinarnos y comprobar si en nuestras vidas hay verdadera alabanza, y como es esa alabanza, si está basada más en nuestras emociones que en nuestro conocimiento de la Palabra de Dios, o por el contrario, como buscaba David, es una alabanza que se nutre del conocimiento de su Palabra, una alabanza que agrada a Dios y escucha.

“…..Porque de la abundancia del corazón habla la boca.…”
(Mateo 12:34,35)
“No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan. “
(Efesios 4:29)


2. Salmo 119: 173 – 176 Señor intervén
Hasta ahora hemos visto dos formas de oración en la vida de David, el pedía tener dominio de la Palabra y tener dominio sobre las situaciones de la vida. También hemos visto la importancia de tener una vida de alabanza basada en la Palabra de Dios y no en nuestras emociones. ¿Pero cómo se pone en práctica todo esto? En los versículos finales de este Salmo vamos a aprender cómo.
Nuestra vida es una vida de decisiones, llega un momento que todo nuestro conocimiento debe ser puesto en práctica, no sirve solo con saber, sino que también hemos de hacer. Así decidimos aceptar la Salvación que Dios nos da por Gracia, y también decidimos mantenernos alejados del pecado.

Pareado 1. (vs. 173 – 174) Señor obra en mi favor.
Este tu mano pronta para socorrerme, porque tus mandamientos he escogido.
David pasó por muchas pruebas y penalidades, y cuando todo iba mal pudo decidir no servir al Señor, no aceptar sus mandamientos y alejarse, pero él conocimiento de su Palabra, de sus estatutos,  le hace apegarse a su palabra, escoger poner en práctica la Palabra de Dios, no solo escuchar y aprender de forma teórica los mandamientos de Dios.
De igual forma, cuando conocemos la Palabra de Dios, sus mandamientos, pero nos encontramos envueltas en las pruebas de nuestra vida, cuando nos vemos en medio de las encrucijadas de nuestra vida, es cuando debemos escoger, es el momento de decidir qué camino seguir.
¿Qué haremos?

Y si no os parece bien servir al SEÑOR, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al SEÑOR.… Y Josué dijo al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis escogido al SEÑOR para servirle. Y dijeron: Testigos somos
(Josué 24:15,22)
Pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada.
(Lucas 10:42)
He deseado tu salvación, oh Jehová, y tu ley es mi delicia.
David conocía la Palabra de Dios, sabía quién le iba a librar, sabía que solo a través de su ley, solo siguiendo su camino saldría adelante, tal vez los problemas se agraven, tal vez se solucionen, pero lo cierto es que en Dios y en su Palabra encontraremos las fuerzas para resistir sea cual sea la situación.

Y Él me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí.
(2 Corintios 12:9)
Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza.
(Efesios 6:10)
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
(Filipenses 4:13)

Pareado 2. (vs. 175 -176) Señor restáurame.
Viva mi alma y te alabe, y tus juicios me ayuden.
Nuevamente David hace énfasis en la Palabra de Dios, es el tema de todo este hermoso Salmo, debe ser la realidad de nuestra vida, solo a través del conocimiento de su Palabra llegaremos a obtener la verdadera vida, más aún, solo ante la decisión de poner por obra toda la escritura, es como alcanzaremos la madurez espiritual que David alcanzó.

Me deleitaré en tus estatutos, y no olvidaré tu palabra.
(Salmos 119:16)

También tus testimonios son mi deleite; ellos son mis consejeros.
(Salmos 119:24)

Espero tu salvación, SEÑOR, y cumplo tus mandamientos.
(Salmos 119:166)

Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, Porque no me he olvidado de tus mandamientos.
Llegamos al final de este Salmo con un versículo extraordinario, David, en una sola rima nos pone en la verdadera perspectiva de la vida cristiana. Parecería que ya lo tenía todo, que ya había alcanzado la madurez espiritual, que ya podría alegrarse, gozarse y descansar en su victoria final, pero no es así, sino que David da un paso atrás, y reconoce de donde ha salido, como fue que necesitó acercarse a la Palabra de Dios, reconoce que es solo una triste oveja extraviada, y que necesitara siempre ser hallado, necesitará siempre que el Señor le busque y le ponga otra vez en lugar espacioso.

Aunque este Salmo tiene toda una carga profética que apunta a la futura restauración de Israel.

Y respondiendo El, dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
(Mateo 15:24)

También nosotras somos ovejas descarriadas que necesitamos ser rescatadas, también un día él nos redimió.

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el SEÑOR hizo que cayera sobre El la iniquidad de todos nosotros
(Isaías 53:6)
Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz, y serán un rebaño con un solo pastor.
(Juan 10:16)

Pues vosotros andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas.
(1 Pedro 2:25)

Siempre debemos recordar de donde hemos salido, siempre hemos de recordar que lo que tenemos nos ha sido dado de Gracia y que siempre debemos estar alerta y preparadas no olvidando los mandamientos de nuestro Dios, no olvidando su Palabra.

Pero ahora que conocéis a Dios, o más bien, que sois conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis otra vez a las cosas débiles, inútiles y elementales, a las cuales deseáis volver a estar esclavizados de nuevo?
(Gálatas 4:9)

Porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito.
(Filipenses 2:13)

Toda buena dádiva y todo don perfecto vienen de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación
(Santiago 1:17)

Esta es la diferencia que hace que nos podamos convertir en mujeres conforme al corazón de Dios, mujeres que saben que su camino es siempre La Palabra de Dios, mujeres que ponen en práctica esta palabra, que a través de un conocimiento práctico llegan a la verdadera alabanza que le reconoce por sus hechos y a la verdadera oración que pone por obra todos sus mandamientos. Una relación de compromiso con Dios fundada en su Palabra, y que podamos decir con David 

No me he olvidado de tus mandamientos.
Salmo 119:176