Mis Ovejas Oyen mi voz
¿Os habéis fijado que en el campo nos podemos encontrar con una imagen que produce cierta ternura y curiosidad?, es la imagen de un Pastor con su rebaño de ovejas, ¿no os parece curioso cómo ellas le siguen, cómo están tranquilas donde el Pastor las lleve?, es cierto que muchas veces el Pastor debe ir tras alguna ovejita desobediente y devolverla al redil, y que muchas veces las deberá defender o proteger de los peligros del camino, porque estos indefensos animales también son testarudos y miedosos y muchas veces ellas mismas se meten en líos. ¿Os recuerdan a alguien?
Tenemos en la Palabra de Dios muchas referencias a cerca de esta imagen pastoril de muchos de nuestros campos, el Rey David, que antes que Rey fue Pastor de ovejas cuidando los rebaños de su padre, nos dejó un Salmo 23 en el que nos habla del Gran Pastor de las ovejas, de Dios como Pastor de nuestras almas.
Por eso esta imagen me hace pensar en la voz del Señor, y vienen a mi mente diferentes ocasiones en las que el habla a sus hijos y un sentimiento de sobrecogimiento me invade.
Me pregunto ¿Quien soy yo para poder oír su voz y cómo puedo oírle?
Me siento como Adán en el Edén y me escondo porque no me siento merecedora de estar siquiera delante del Señor, pero necesito saber, necesito conocerle, necesito estar a su lado porque allí hay descanso, hay paz.
Y Escucho al Señor en el Edén llamando a Adán: ¿"Donde estas?" Gen. 3:9, y siento también como él me busca y quiere relacionarse conmigo.
Y Escucho al Señor hablar con Abram diciendole "Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y daré a tu descendencia todas estas tierras, y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente" Gen. 26:4, y siento como el quiere bendecirme a través de su Salvación.
Y no puedo evitar oír su voz llamándome, del mismo modo que llamó al hijo de Ana "Samuel!, Samuel!" 1Sam.3:10, del mismo modo que llamó a todos sus siervos, desde los Profetas hasta sus discípulos, o como a aquel Joven rico que cumplía toda la Ley y que se fue agachado la cabeza porque el Señor le pedía algo más que cumplir sacramentos, cuando le dijo "ven sígueme!" Lc.18:22
Y sigo escuchando, y recuerdo a Elias en aquella cueva, escondido por temor a Jezabel, abatido, cuando escucha el suave murmullo de Dios que le pregunta "¿Que haces aquí Elias?"1Rey.19:9 Y siento que el Señor quiere mi bien.
Cuantas veces miras a tu alrededor y ves el sufrimiento y te das cuenta que hay algo que te aleja; sabes que solo debes escuchar pero en el mundo hay tanto ruido, tanto ajetreo, que es como la contaminación lumínica de las calles y ciudades, que no dejan ver las estrellas en el firmamento cada noche.
Pero las estrellas están ahí, como la voz del Señor está ahí y nos llama, y su voz es dulce como un murmullo suave que pone todo en orden y calma nuestro espíritu.
Y cuando apago todos los ruidos, puedo escucharle mejor y entender porque le dice a Marta "... estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará" Lc. 10:41-42, y entonces quiero ser como María.
Y comienzo por hablar con el Señor, como en una oración:
Tienes razón Señor, hay mucho ruido en el mundo, ruido que contamina y apaga tu voz pero debo escuchar tu voz y seguirla. Y vuelvo a oírte Señor cuando me detengo ante ti cada día, y apago todos los ruidos de mi interior y me quedo a solas contigo.
Entonces te oigo preguntarme como a Pedro, con tu dulce y tierna voz "me amas?" Jn.21:15-16, la misma voz que un día me dijo "Sígueme", y te toco Padre porque te necesito y me siento descubierta, y me doy cuenta que tu me estas mirando y me preguntas "Quien me ha tocado?" Mc.5:30 con una gran sonrisa en tu cara, porque sientes mi necesidad.
Porque cuando te tocamos con nuestra necesidad, cuando nuestra hambre de ti nos impulsa a tocarte se desata la alegría, y abres tu fuente de agua viva dejando que corra libre por nuestro ser, saciando nuestra sed hasta rebosar todos los rincones de nuestro seco corazón, que se desborda sin poder contenerse, inundando todo a su paso, y descubrimos que ya no se puede detener la alegría, la satisfacción, la plenitud que nos dá vivir escuchando tu voz cada día.
Y descubro que ya no importa el ruido, por que solo oigo el sonido de tu dulce voz y solo puedo caer postrada dándote las gracias por el don precioso de poder oír tu voz.