Creemos que la vida es todo aquello que hacemos, ir a trabajar, limpiar, hacer las compras, viajar, disfrutar.... decimos que eso es vivir. Pero cuando las cosas nos van mal, por perdida de salud, economía limitada, relaciones rotas, sufrimiento.... decimos que eso no es vivir.
Y es que desde una habitación de hospital, desde un momento de perdida, de soledad, de abandono tal vez, de desengaño, cuando descubres que tu existencia se detiene y sientes que te ahoga la angustia, esa de la que habla el salmista. Una angustia que te aprieta el corazón, que te exprime el alma y agota tus fuerzas. Una sensación de frío vacío que atenaza y que paraliza esa vida que creías tener. Cuando ya no puedes hacer todas esas cosas que relacionas con una buena vida.
Es cuando nuestro maravilloso Dios, de nuevo, nos enseña que la vida no es lo que creemos, que la vida esta hecha de algo más. La verdadera vida debe estar dentro de nosotros, si no, necesitamos llenarnos de la verdadera vida, no de ese existir que se rige por lo que hacemos o por lo que somos, un existir que suplanta a la verdadera Vida.
Es cuando nuestro maravilloso Dios, de nuevo, nos enseña que la vida no es lo que creemos, que la vida esta hecha de algo más. La verdadera vida debe estar dentro de nosotros, si no, necesitamos llenarnos de la verdadera vida, no de ese existir que se rige por lo que hacemos o por lo que somos, un existir que suplanta a la verdadera Vida.
Nuestra cita de inicio nos habla de un lugar espacioso donde el Señor nos pone cuando clamamos a Él. ¿Que lugar es ese? lo podría describir de muchas maneras.
Para mi ese lugar espacioso tiene que
ver con la gran calma que se produce dentro de mi corazón cuando me paro a
escucharle y a hablar con Él. Cuando le creo es cuando mi respiración se pausa, y todo mi ser
se libera de la ansiedad que aprisiona, que aprieta y estrecha el alma.
Es cuando consigo dejar de pensar en mi mal entendida vida, y la verdadera vida, esa que está en el Señor Jesús, comienza ha abrirse paso entre la maraña de quehaceres y preocupaciones diarias que me ciegan, liberándome el alma del miedo y la ansiedad, y permitiendo que fluya en mi interior la Vida que produce confianza, paz y amor, y me ayuda a dejar toda preocupación en sus manos, y pueda decir...
¡Creo en Ti, no temeré!
Eso es para mi, el lugar espacioso, es el lugar donde no existe el miedo.