lunes, 5 de diciembre de 2016

¡NO TEMERÉ!


Angustia

Creemos que la vida es todo aquello que hacemos, ir a trabajar, limpiar, hacer las compras, viajar, disfrutar.... decimos que eso es vivir. Pero cuando las cosas nos van mal, por perdida de salud, economía limitada, relaciones rotas, sufrimiento.... decimos que eso no es vivir.

Y es que desde una habitación de hospital, desde un momento de perdida, de soledad, de abandono tal vez, de desengaño, cuando descubres que tu existencia se detiene y sientes que te ahoga la angustia, esa de la que habla el salmista. Una angustia que te aprieta el corazón, que te exprime el alma y agota tus fuerzas.  Una sensación de frío vacío que atenaza y que paraliza esa vida que creías tener. Cuando ya no puedes hacer todas esas cosas que relacionas con una buena vida.

Es cuando nuestro maravilloso Dios, de nuevo, nos enseña que la vida no es lo que creemos, que la vida esta hecha de algo más. La verdadera vida debe estar dentro de nosotros, si no, necesitamos llenarnos de la verdadera vida, no de ese existir que se rige por lo que hacemos o por lo que somos, un existir que suplanta a la verdadera Vida.

 Lugar espacioso

Nuestra cita de inicio nos habla de un lugar espacioso donde el Señor nos pone cuando clamamos a Él. ¿Que lugar es ese? lo podría describir de muchas maneras.

Para mi ese lugar espacioso tiene que ver con la gran calma que se produce dentro de mi corazón cuando me paro a escucharle y a hablar con Él. Cuando le creo es cuando mi respiración se pausa, y todo mi ser se libera de la ansiedad que aprisiona, que aprieta y estrecha el alma.

Es cuando consigo dejar de pensar en mi mal entendida vida, y la verdadera vida, esa que está en el Señor Jesús, comienza ha abrirse paso entre la maraña de quehaceres y preocupaciones diarias que me ciegan, liberándome el alma del miedo y la ansiedad, y permitiendo que fluya en mi interior la Vida que produce confianza, paz y amor, y me ayuda a dejar toda preocupación en sus manos, y pueda decir... 

¡Creo en Ti, no temeré! 
  
Eso es para mi, el lugar espacioso, es el lugar donde no existe el miedo.

    

viernes, 4 de noviembre de 2016

Salmo 119: TAU

Llegamos a la conclusión de este maravilloso Salmo 119. Hemos ido desde Alef o Alfa hasta Tau u Omega, desde el principio de conocer la importancia de la Palabra de Dios hasta el fin de todo lo aprendido. Después de que el autor desarrollara un Salmo donde el ingenio y la teología se entretejen en un complicado acróstico, se da cuenta que a pesar de todo su saber a pesar de todo el conocimiento que le ha llevado a escribir este Salmo, lo que más necesita, lo que siempre la faltará es la Oración, no una oración teórica,  sino una oración que pone en práctica la Palabra de Dios.
Nunca vamos a estar por encima de nuestra necesidad de orar de esta manera, no se vosotras pero  algo que me está costando aprender,  es a poner todo en sus manos, a no hacer nada sin antes pasar tiempo en su presencia, a no esperar nada que no venga desde su voluntad, a aceptar esta voluntad aunque no la entienda. El salmista reconoce esta realidad y nos muestra distintas facetas que la Oración debería tener a través de 8 versos agrupados en 4 pareados y de nuevo divididos en 2 mitades:

1.  Salmo 119: 169 – 172: Señor escúchame.
Pareado 1. (vs. 169-170)  Señor escucha mi oración.
Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová; dame entendimiento conforme a tu palabra.
Cuantas veces nos acercamos al Señor sin estar preparadas, sé que tantas veces necesito prestar atención a que estoy delante del Gran Yo Soy, solo así mi tono se vuelve más sumiso, más humilde y puedo acercarme de rodillas para clamar primero, como hace el salmista, por entendimiento, porque él me provea de su sabiduría, la sabiduría de su Palabra.

Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. (Santiago 1:5)

Cuantas veces le pedimos al Señor que nos guie a través de su palabra?, que nos dé sabiduría?, o más aún, cuantas veces lo hacemos con intención de obedecer, de poner en práctica sus enseñanzas?.

Llegue mi oración delante de ti; líbrame conforme a tu dicho.
Seguramente te ha pasado como a mí, acercarte a Dios para pedir ser liberada de las dificultades o enfermedades pero su respuesta ha sido “no”, ¿somos capaces de aceptar la liberación conforme a su voluntad?

“La vida de todo creyente está llena de situaciones difíciles de manejar. Algunas pueden haber sido causadas por nuestro propio pecado, mientras que otras podrían hallarse fuera de nuestro control. Sea cual fuere el caso, nuestra oración debiera ser que Dios nos otorgue dominio de la situación conforme a su Palabra.”
Jeff Adams
Salmo 119
Una odisea al corazón de Dios

Pablo no pedía egoístamente ser librado del dolor, sino que pedía ser librado para poder seguir predicando la palabra de Dios. Como vemos en su carta a los Tesalonicenses.

Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe (2 Ts. 3:1, 2)
En este primer pareado aprendemos de David que debemos estar en sintonía con la Palabra de Dios, con sus mandamientos, para que podamos pedir como conviene, para que él nos escuche.

Pareado 2: (vs. 171-172) Señor oye mi alabanza.
Mis labios rebosaran alabanza cuando me enseñes tus estatutos.
¿Cuál es la alabanza correcta? ¿Cuándo rebosaran nuestros labios la verdadera alabanza? David habla de una alabanza desde el conocimiento de la Palabra de Dios, está expresándose en un tono de esperanza, el espera que un día haya aprendido toda la Palabra de Dios y entonces podrá alabarle completamente consciente. El salmista que compuso los salmos de alabanza más maravillosos se da cuenta que le falta mucho para alabar a Dios de forma que le agrade. David tiene la certeza que un día podrá alabarle así. Y nosotras podemos apropiarnos esta esperanza también, una esperanza de alabanza basada en el conocimiento pleno de la Palabra de Dios.

Hablará mi lengua tus dichos, porque todos tus mandamientos son justicia.
David nos dice ahora que no solo su palabra es justa, sino que es la Justicia, o sea, la norma con que se mide la Justicia, la Justicia misma.  Muchas veces nos dejamos llevar por el juicio de los demás, muchas veces podemos pedirle a nuestros líderes que nos digan lo que debemos hacer, pero nuestra norma no debería ser lo que nos digan los demás, sino lo que nos dicte la Palabra de Dios.

“Todo debe compararse con la justicia de la Palabra de Dios. Si algo concuerda con la Palabra de Dios, es justo. A pesar de los gustos, de las opiniones personales y de las convicciones de los líderes de cualquier iglesia, es la Palabra de Dios la que deberá ser nuestra norma de justicia”
Por Jeff Adams
Salmo 119
Una odisea al corazón de Dios

Necesitamos examinarnos y comprobar si en nuestras vidas hay verdadera alabanza, y como es esa alabanza, si está basada más en nuestras emociones que en nuestro conocimiento de la Palabra de Dios, o por el contrario, como buscaba David, es una alabanza que se nutre del conocimiento de su Palabra, una alabanza que agrada a Dios y escucha.

“…..Porque de la abundancia del corazón habla la boca.…”
(Mateo 12:34,35)
“No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan. “
(Efesios 4:29)


2. Salmo 119: 173 – 176 Señor intervén
Hasta ahora hemos visto dos formas de oración en la vida de David, el pedía tener dominio de la Palabra y tener dominio sobre las situaciones de la vida. También hemos visto la importancia de tener una vida de alabanza basada en la Palabra de Dios y no en nuestras emociones. ¿Pero cómo se pone en práctica todo esto? En los versículos finales de este Salmo vamos a aprender cómo.
Nuestra vida es una vida de decisiones, llega un momento que todo nuestro conocimiento debe ser puesto en práctica, no sirve solo con saber, sino que también hemos de hacer. Así decidimos aceptar la Salvación que Dios nos da por Gracia, y también decidimos mantenernos alejados del pecado.

Pareado 1. (vs. 173 – 174) Señor obra en mi favor.
Este tu mano pronta para socorrerme, porque tus mandamientos he escogido.
David pasó por muchas pruebas y penalidades, y cuando todo iba mal pudo decidir no servir al Señor, no aceptar sus mandamientos y alejarse, pero él conocimiento de su Palabra, de sus estatutos,  le hace apegarse a su palabra, escoger poner en práctica la Palabra de Dios, no solo escuchar y aprender de forma teórica los mandamientos de Dios.
De igual forma, cuando conocemos la Palabra de Dios, sus mandamientos, pero nos encontramos envueltas en las pruebas de nuestra vida, cuando nos vemos en medio de las encrucijadas de nuestra vida, es cuando debemos escoger, es el momento de decidir qué camino seguir.
¿Qué haremos?

Y si no os parece bien servir al SEÑOR, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al SEÑOR.… Y Josué dijo al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis escogido al SEÑOR para servirle. Y dijeron: Testigos somos
(Josué 24:15,22)
Pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada.
(Lucas 10:42)
He deseado tu salvación, oh Jehová, y tu ley es mi delicia.
David conocía la Palabra de Dios, sabía quién le iba a librar, sabía que solo a través de su ley, solo siguiendo su camino saldría adelante, tal vez los problemas se agraven, tal vez se solucionen, pero lo cierto es que en Dios y en su Palabra encontraremos las fuerzas para resistir sea cual sea la situación.

Y Él me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí.
(2 Corintios 12:9)
Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza.
(Efesios 6:10)
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
(Filipenses 4:13)

Pareado 2. (vs. 175 -176) Señor restáurame.
Viva mi alma y te alabe, y tus juicios me ayuden.
Nuevamente David hace énfasis en la Palabra de Dios, es el tema de todo este hermoso Salmo, debe ser la realidad de nuestra vida, solo a través del conocimiento de su Palabra llegaremos a obtener la verdadera vida, más aún, solo ante la decisión de poner por obra toda la escritura, es como alcanzaremos la madurez espiritual que David alcanzó.

Me deleitaré en tus estatutos, y no olvidaré tu palabra.
(Salmos 119:16)

También tus testimonios son mi deleite; ellos son mis consejeros.
(Salmos 119:24)

Espero tu salvación, SEÑOR, y cumplo tus mandamientos.
(Salmos 119:166)

Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, Porque no me he olvidado de tus mandamientos.
Llegamos al final de este Salmo con un versículo extraordinario, David, en una sola rima nos pone en la verdadera perspectiva de la vida cristiana. Parecería que ya lo tenía todo, que ya había alcanzado la madurez espiritual, que ya podría alegrarse, gozarse y descansar en su victoria final, pero no es así, sino que David da un paso atrás, y reconoce de donde ha salido, como fue que necesitó acercarse a la Palabra de Dios, reconoce que es solo una triste oveja extraviada, y que necesitara siempre ser hallado, necesitará siempre que el Señor le busque y le ponga otra vez en lugar espacioso.

Aunque este Salmo tiene toda una carga profética que apunta a la futura restauración de Israel.

Y respondiendo El, dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
(Mateo 15:24)

También nosotras somos ovejas descarriadas que necesitamos ser rescatadas, también un día él nos redimió.

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el SEÑOR hizo que cayera sobre El la iniquidad de todos nosotros
(Isaías 53:6)
Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz, y serán un rebaño con un solo pastor.
(Juan 10:16)

Pues vosotros andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas.
(1 Pedro 2:25)

Siempre debemos recordar de donde hemos salido, siempre hemos de recordar que lo que tenemos nos ha sido dado de Gracia y que siempre debemos estar alerta y preparadas no olvidando los mandamientos de nuestro Dios, no olvidando su Palabra.

Pero ahora que conocéis a Dios, o más bien, que sois conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis otra vez a las cosas débiles, inútiles y elementales, a las cuales deseáis volver a estar esclavizados de nuevo?
(Gálatas 4:9)

Porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito.
(Filipenses 2:13)

Toda buena dádiva y todo don perfecto vienen de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación
(Santiago 1:17)

Esta es la diferencia que hace que nos podamos convertir en mujeres conforme al corazón de Dios, mujeres que saben que su camino es siempre La Palabra de Dios, mujeres que ponen en práctica esta palabra, que a través de un conocimiento práctico llegan a la verdadera alabanza que le reconoce por sus hechos y a la verdadera oración que pone por obra todos sus mandamientos. Una relación de compromiso con Dios fundada en su Palabra, y que podamos decir con David 

No me he olvidado de tus mandamientos.
Salmo 119:176 





jueves, 3 de noviembre de 2016

El Camino del aprendizaje




Atravesamos la vida pasando por diferentes paisajes que van variando de placenteros y alegres, a tristes e inhóspitos, pero son esos terrenos inhóspitos los que dejan más huella en nuestra alma, los que consiguen moldearla, transformarla......pero nunca destruirla.

Tal vez te haya pasado como a mi, que un día comenzaste a caminar por un sendero angosto, lleno de dificultades, solitario, por el que solo caminamos unos cuantos, es un viaje por un camino entre rocas y piedras puntiagudas, agreste, seco, duro y aparentemente vacío de toda vida, pero que esta lleno de enseñanza y te dirige a un destino donde nunca más llevarás cargas, donde la paz y la vida lo llenan todo. Sucede que al mismo tiempo ciertas decisiones de nuestra torpe alma nos lleva a decidir andar fuera del camino marcado, pues te parece que sabes más que quien te inició en el, y tienes que pagar las consecuencias. Y aunque muchas veces no alcanzas ha entender, en el fondo sabes que vas ha aprender una gran lección.

Si hubieras sabido por donde te llevaría ese desvío del camino, tal vez no lo habrías tomado, o....¿tal vez si?; algunos desvíos se parecen demasiado al verdadero camino, y otros los tomamos tratando de evitar el camino angosto, y es que por árido que pueda llegar a ser el camino por el que nadie quiere andar, es el único camino correcto para llegar al ansiado lugar donde el descanso es eterno y la paz duradera, pero aún así nos desviamos, y es que solo podemos aprender cuando comprobamos por nosotras misma nuestro error. ¿Lo reconoces? ¡Es el camino del aprendizaje!

Iniciamos nuestros caminos con un equipaje, o unas muletas como me dijo Ana un día, mi dulce Ana; y la inocencia y el idealismo son esas muletas con las que inicié mi camino. Esas muletas me llevaron a sufrir la sequía y la aridez del desierto, me desviaron del camino principal para llevarme por lugares  por los que no desearía haber andado, pero fue como aprendí, fue como busqué y encontré respuestas a preguntas que amenazaban con romperme. 

Y aprendí que un alma no se puede destruir, sino que es transformada. Sólo el verdadero camino te transforma de tal modo que luego puedes amar cada paso andado. Y es una transformación que aunque externamente no se vea, si se puedes percibir su riqueza interior, y no tardan en aparecer seres voraces que la quieran destruir, porque ellos mismos no pueden tener esa riqueza interior.
Si, el día a día puede ser muy difícil cuando sabes que todo el tiempo estas siendo acechada por el mal. Realmente no deseas estar ahí. No deseas ir donde vas a tener que ver a tu enemigo.

Pero lo cierto es que el hecho de vivir en" zona de guerra" te hace reconocer, no solo a tu enemigo, sino que te das cuenta de algo más. De que hay en ti la confianza de que a pesar de vivir en el valle del dolor, has conseguido conocer más a tu enemigo, te conoces más a ti misma y puedes pulir lo que estaba mal; cosas como la confianza en quien no la merece, cosas como aprender la forma de alejarnos de manera consciente e intencional del odio, la mentira y la maldad que amenaza con destruirnos contagiando su veneno a nuestra alma. Distanciarnos de lo que no nos beneficia.


Precioso Salmo 18, que trae recuerdos a mi alma! Recuerdos vividos de momentos tormentosos en los que me sentí como en un tornado de sentimientos, en un huracán de pensamientos tristes, negativos y pesimistas que llenaron mi mente y mi corazón. Me hicieron darme cuenta de quien es Dios. Lo vi reflejado en este Salmo, lo experimente en el camino estrecho de mi vida. 






Este es mi Dios, este valiente que me rescata, que me adiestra cada día para combatir mis propias batallas, quien me levanta y pone mis pies sobre la Roca, este que inclinó el cielo para descender a mi, raudo como un relámpago, iluminando todo a su paso, eliminando toda oscuridad, levantando su muralla a mi alrededor, proporcionando el Refugio que necesitaba.









Si, realmente la vida en el desierto puede ser muy rica, puede alimentarnos mucho, aunque a simple vista no lo parezca, ahí radica el misterio.



Como no he de alabarle, como no he de postrarme delante de Él, como no he de darle toda mi GRATITUD!! 
Si el me puso en el camino de la vida, atravesando desiertos, superando encrucijadas, y me ayudó a cruzar por el camino del aprendizaje, sin dejar que me destruyera.

 Gloria a ti, mi Rey!


martes, 30 de agosto de 2016

Mi mar de cristal






El mar se extiende, ante mis ojos deslumbrados por su luz, como un lienzo de seda suave, rizado por la brisa marina, ondulante, entretejido por los rayos del sol, con un millar de diamantes brillantes.

Intento tocar su suavidad pero mis manos se hunden una y otra vez sin conseguir permanecer sobre su fría superficie.

El agua me acaricia, la luminosidad me embriaga, la fresca brisa me llena mientras trato de adentrarme paso a paso en la calma de este mar que hoy me brinda tranquilidad, me envuelve con su suave color turquesa, transparente, limpio, hermoso.

Disfruto de estos momentos felices sabiendo que habrá un tiempo en que este mismo mar se oscurecerá y apagará, se volverá gris y helado, se encrespará y elevará con toda su furia, llegando a ahogar toda la paz que ahora siento, pero sabiendo que una mano, su mano, esta sujetando la mia, una mano que es más veloz y certera que las furiosas olas, que volará como lo ha hecho otras veces para sacarme de la profundidad del dolor y ponerme sobre una roca firme en medio de la oscuridad, en lugar seguro y seco, hasta que la tormenta cese.



Y al instante Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo 
y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? 
(Mateo 14:31)


domingo, 3 de abril de 2016

¿me amas? & tareas de una lider


Como lideres tenemos muchas tareas y obligaciones que hacer pero sin duda, nunca antes de tener plena conciencia de la realidad de tu llamado.

Es nuestro punto de partida, nuestro pistoletazo de salida.

Acompáñame a un episodio del Evangélio de Juan, capitulo 21 para ver como llamó el señor a Pedro, tal vez te sientas identificada?

Cuando Jesús resucitó se apareció a muchos antes de ascender y hay un episodio que sucedió durante esos días que siempre me ha llamado la atención.

Luego de que el Señor se apareciera de diferentes maneras a su seguidores, se apareció a siete de sus discípulos que habían ido a pescar. Como siempre había sido su costumbre cuando les enseñaba, les hizo una pregunta. Me gusta imaginar una sonrisa traviesa en su cara mientras ellos le responden aún sin haberle reconocido.

- ¿Tenéis algo de comer?.
- No, le responden.

Y el sigue adelante con su “juego” tal vez esperando a ver cuanto tardarían en reconocerle, y les pide que echen la red a la derecha de la barca y que allí hallaran pesca.

No fue hasta después de que se produjera el milagro de no poder sacar la red por la gran cantidad de pescado, que no se dan cuenta que es el Señor, y es que el Señor siempre se nos aparece por sorpresa, cuando no lo esperamos. No puedo imaginar la gran emoción de volver a ver al Señor después de haber sufrido su perdida de forma tan cruel.

Pedro salta de la barca al reconocerle y llega nadando el primero, mientras sus compañeros se acercan navegando un poco más tarde.

Me sorprende que Jesús ya estaba asando un pescado y tenía pan, y por ello me causa curiosidad su pregunta de hace unos momentos, y pienso que a nosotras nos puede pasar igual, por lo menos es mi experiencia cuando comencé a servirle, que en todas y cada una de las áreas donde me ha puesto, siempre me he dado cuenta de mis carencias, de que me faltaba lo primordial.

¿Qué tenemos para comer? ¿como nos alimentamos las hijas de Dios? Me he sentido siempre en necesidad ante esta situación. Cuando comienzas a servirle invariablemente sentirás que no tienes nada que dar. Pero el está esperándonos a la orilla de nuestro mar con la comida preparada, el la tiene lista y caliente para nosotras.

Pero cuidado, cuando venimos a alimentarnos de él, automáticamente se produce una segunda situación y es que el nos enfrenta con nuestros sentimientos.

En la historia de Pedro el se encontró con que el Señor le enfrentaba con su realidad,  después de haberle negado por tres veces debe reconocerle, debe hacer un ejercicio de introspección y pensar quien es el Señor para el. El Señor nos restaura para que podamos servirle realmente.

- Simón, hijo de Juan, ¿me amas?

El Señor le pregunta por 3 veces, y Pedro va contestando a cada pregunta, en un tono cada vez más consciente, que si, que le ama, sabiendo que Jesús ve en su corazón esta gran verdad.

No se que pensáis, no se que responderíamos ante esta directa pregunta del Señor. Pienso que el nos está preguntando también, a cada una.

 (pon tu nombre en lugar del mio)
- Ruth ¿me amas?

Seguramente después de responderle recibiremos nuestro llamado, seguramente ya desde el principio el nos está llamando, pues cuando el Señor te mira, tiene ya un propósito para tu vida.

A Pedro le dio una respuesta que hasta ahora me ha hecho pensar en cual es nuestro llamado. Por tres veces le repite de forma diferente:

- Apacienta mis corderos
- Pastorea mis ovejas
- Apacienta mis ovejas

Cuidar, cuidar, cuidar de sus hijas. El Señor nos está llamando a cuidar de sus preciosas hijas, por las que sufrió la cruz, igual que por ti y por mi. Por eso este llamado de Pedro me impacta, porque siento la misma instrucción que me empuja a actuar, ¿y tu, lo oyes?

Si lo oyes, contesta, porque el Señor te quiere bendecir, aunque como veremos a continuación, no podemos negar el coste. El de Pedro fue su vida. Sus discípulos entregaron su vida por servirle. Muchos hoy día siguen sufriendo por servirle, y nosotras no vamos a ser menos.

En verdad, en verdad te digo: cuando eras más joven te vestías y andabas por donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y otro te vestirá, y te llevará adonde no quieras. Esto dijo, dando a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios.
Juan 21:18-19





El Señor nos da una tarea y lo hace siguiendo unos pasos:

1.     nos muestra que no tenemos nada para dar: nuestra incapacidad
2.     nos hace conscientes de nuestros sentimientos: el ve nuestro corazón y sabe.
3.     nos dice como servirle: Cuida de mis hijas.
4.     nos dice cual es el coste: nuestra vida.

Pero el firma su llamado como suele hacer, como ya hizo anteriormente al inicio de nuestro caminar con él, con una sola palabra. Para mi una palabra que encierra todo el significado de mi llamado y que ahora te lo dice a ti.

Y habiendo dicho esto, le dijo: Sígueme.


Cuando Jesús, el Señor, te dice Sígueme y lo oyes en lo más profundo, no tienes mas que hacer. Siguele y comprueba como se mueve, como te transforma, como te capacita, como comienzas a tener alimento espiritual para dar. El te muestra el camino.







viernes, 1 de enero de 2016

ECLIPSE DE SOL

Salmo 36


NUESTRA LUZ

Os habéis fijado en lo que es un eclipse? 
Tenemos el eclipse de Sol y el eclipse de Luna. En el primero la Luna se coloca entre la Tierra y el Sol, y por eso se proyecta sobre la tierra la sombra de la luna. En el segundo es la Tierra la que se coloca entre el Sol y la Luna y esta desaparece en la oscuridad completamente porque la Tierra es más grande que la Luna y es cuando se produce la llamada Luna de sangre, cuando esta comienza a emerger de la oscuridad recibiendo la luz del amanecer de todos los lados de la Tierra.

Un eclipse es un fenómeno natural precioso, que tiene multitud de observadores en todo el mundo. Pero yo no quería hablarte hoy de ello, sino de otro tipo de eclipse menos maravilloso y si más inquietante.

Como Hijas de Dios hemos sido hechas hijas de la Luz, de la verdad luminosa que se encuentra en Dios, pero al igual que la Tierra, o la Luna, no tenemos Luz en nosotras mismas, sino que la reflejamos de nuestro Dios, quien es Luz y tiene Luz en sí mismo, al igual que el Sol. 

Mientras estemos expuestas a la Luz de Dios.

Hay situaciones en la vida que eclipsan la Luz divina y ese es un tipo de eclipse que no desearías. El fenómeno natural se produce en contadas ocasiones, no así el eclipse del Hijo/a de Dios. El eclipse natural no se puede prevenir, pero el nuestro, si.

Aunque el Salmo 36 nos habla de una serie de circunstancias por las que somos eclipsados, también nos habla de la misericordia del Señor.

Acompáñame en su lectura.

¿Cuantas veces nos volvemos a comportar como impíos, dejando que la maldad hable a nuestro corazón?, nos engañamos a nosotras mismas al no aborrecer la iniquidad, sino que, como dice vs 3, “dejamos de ser sabias y de hacer el bien” planeando iniquidad.

“Porque en sus propios ojos la transgresión le engaña
 en cuanto a descubrir su iniquidad y aborrecerla” Salmo 36:2

Somos eclipsadas de la verdadera Luz cuando nos negamos a mirar nuestra propia iniquidad, cuando nos creemos mejores que los demás, cuando no aborrecemos ese orgullo que nos invade por cualquier “logro” que alcancemos, olvidando que no somos nosotras, sino nuestro Dios quien actuó en nosotras. Olvidando que la misericordia y la fidelidad del Señor es nuestra por su voluntad y no porque nosotras la hayamos ganado.

Somos eclipsadas cuando de forma obstinada nos dejamos ensombrecer por el pecado de nuevo, y lo que es una imagen majestuosa en la naturaleza, en nosotras es la imagen más triste y penosa de la vida cristiana.

Salimos de nuestro particular eclipse cuando nos dejamos alumbrar por la verdad y nos venimos a situar delante de nuestro Dios, cual Sol que alumbra y calienta nuestra alma, y nos dejamos saciar por “la abundancia de su casa” y bebemos del río de las delicias de nuestro Dios (vs. 8)



No estamos exentas de adversidad, de división, de confusión. Pidamos al Señor que nos continúe iluminando para que el orgullo no nos alcance, ni nos dejemos llevar por la mano de los impíos. Me encanta como lo dice el vs. 11

“Continúa tu misericordia para con los que te conocen,
y tu justicia para con los rectos de corazón.
Que no me alcance el pie del orgullo,
ni me mueva la mano de los impíos
Allí han caído los que obran iniquidad;
han sido derribados y no se pueden levantar”
Salmo 36:10-12


No dejemos que nada se interponga entre nosotras y nuestro Padre celestial, no nos dejemos eclipsar. La única forma de reflejar la Luz divina es situándonos justo delante de nuestro Dios, como la Tierra está delante del Sol.



Y recuerda que es la Tierra la que gira alrededor del Sol. Busca siempre estar expuesta a la Luz de Dios, unas veces estarás más cerca, otras más lejos; de igual modo que las estaciones del año se originan en la órbita celeste,  nuestro desarrollo espiritual ha de ir orbitando al rededor del Padre, pasando por las diferentes estaciones de la vida cristiana, pero siempre expuestas a su Luz.